viernes, 21 de mayo de 2010

Sapiens

Nadie podría pensar, que detrás de ese hombre vagabundo y baladí, se escondiera la persona más sabia. La gente que lo veía lo ignoraba como quien ignora a un perro infeliz.
Pero nadie sabía que él era el encargado de salvar al mundo de su peor peste: los hombres.

Su nivel cognoscitivo era muy elevado, pero nadie sabía esto. Creció odiando no a los humanos sino a las acciones de estos, creyendo que la única manera de llegar a la paz era que cada hombre cambie en si mismo, pero se dio cuenta que era imposible y decidió no intervenir en el destino de los demás, simplemente.

Vivía errando por el mundo, cosmopolita de bibliotecas, usurpador de sueños porque él no los tenía. Era un pobre hombre, un lobo estepario que vivía enjaulado en una cárcel que él llamaba cuerpo. Iba de esa manera , sucio y planeando la mejor forma de destruir esta raza, esta especie inconexa de la bondad. Caminaba por cualquier calle, llorando porque en el fondo, él sabía que nadie existe, no confiaba en sus ojos, órgano adaptable a realidades que los cuerpos deciden. Sólo iba intentando darse una explicación, o decirle a dios o a la nada por qué lo pusieron en esta realidad. Su instrucción lo recibió de muy niño, su familia lo abandonó después de darse cuenta, que su vida no tenía solución ni sentido.

Vivía sólo si se puede llamar a eso vivir, su cuarto era una biblioteca, sus libros una pila de columnas que soportaban su propio cielo y su propio misterio, su propia irrealidad derivada de los sueño primeros que tuvo y ahora cree que a ellos pertenece, y que no está acá con nosotros, como también nosotros no estamos sino en nuestra ubicación que está en un sueño donde nos hemos quedado, después de olvidar el referente de la realidad espiritual donde empezó todo, donde comienza toda vida o donde está el inicio cosmológico que no es inicio porque no tiene fin. Y si realmente empezó; resignado a morir moriría para siempre.

Después de años que duró encontrar su respuesta, que fue dejar al mundo como está y que solo se destruya, decidió matarse sin que nadie se entere de ello, de la manera que siempre lo pensó, tomando cicuta y riendo al gritar que él llegará a la perfección, pues un ente que no existe es perfecto y por ende eterno.

Mientras bebía del líquido misterioso llegó a la conclusión que el hombre si tiene fin y a la vez salvación, ya que antes de la existencia está la esencia y Dios conoce todo existencia, y no daría este privilegio a un ente que se extinguiera por si solo, o que daría como fruto una destrucción total. Las lágrimas le salían de felicidad, pero el dolor le ganó a sus gestos y a su vida.

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