viernes, 21 de mayo de 2010

El espejo y el gato

Esa noche tuve un sueño extraño, en él maté a mi gato estrangulándolo mientras maullaba de dolor hasta que mis manos lo dejaron en silencio para después silenciar su vida. Cuando desperté mi gato estaba muerto bajo el espejo de mi cuarto y bajo la tristeza de creer que fui yo el asesino.

Intenté explicarme el suceso de una manera metafísica; pero solo atiné a la casualidad. Después de pensar un momento fui jardín de mi casa y enterré con mucha precaución y cuidado al mi pobre gato. Ya de noche, después de volver de la universidad, dormí profundamente y fue entonces que volví a soñar, y en el sueño estaba en mi casa recostado en mi cama, entonces llevado por la curiosidad fui al jardín y quise comprobar si el gato que había enterrado despierto estaba allí. Así que comencé a quitar la tierra con mis manos. Como era un sueño seguro que no tendría problemas con el dolor. Después de quince minutos hallé al animal tal cual lo había dejado, saqué su cuerpo que estaba en estado de descomposición, y no sé si fue el miedo o la sorpresa pero solo atine a tirar el cuerpo a un tacho de basura que estaba a pocos metros. Volví a mi cama. Era un sueño raro, me sentía extraño, además mis manos me comenzaron a doler un poco. Comencé a dudar cual de las dos realidades era la verdadera, este sueño o al menos si lo era, parecía la realidad. Dormí muy cansado por el esfuerzo de desenterrar a ese animal, y con un miedo inexplicable, con un miedo de no saber ni siquiera a que realidad pertenezco. Al despertar fui casi por inercia al tacho de la basura, fui despacio conteniendo y botando mi miedo en cada respiro profundo. Llegué al tacho finalmente y encontré el cadáver de mi gato. Comenzaba a sentir más miedo, observaba como decenas de gusanos devoraban sus ojos como si me estuviese explicando algo a través de esa metáfora. Me percate que mis manos me incomodaban un poco, pero no había marcas de algún golpe o rasguño. Era otoño por el color del cielo, y la preocupación de mi existencia se volvió desde ese momento una frase repetitiva en mi cabeza.

Ese mismo día al dormir en la noche, me acosté con la predisposición de andar en mis sueños como en cualquier día. Así que me acosté o recuerdo haberlo hecho después de tomar una tasa con anís caliente. Estaba en mi cama cuando empecé a soñar, o de repente me habré despertado, no lo sé. Andaba medio soñoliento por mi cuarto, y me comencé a mirar en el espejo, a mirar como era yo en un sueño; pero por algún motivo desconocido tenía la certeza que al despertar olvidaría todo este experimento por el cual estaba pasando. Me acosté en mi cama agobiado por las miles de dudas que estaba desarrollando con el transcurso del tiempo o en el transcurso del sueño.

En algunas ocasiones de mi niñez despertaba queriendo recordar algo que ya sabía por alguna razón que iba a olvidar. Ahora estaba en ese dilema. Así que no quería acostarme en mis sueños para despertar en el mundo real; pero había olvidado a qué yo denominaba “el mundo real”, había olvidado quien era y por qué razón me encontraba en aquel sueño, pero ese no era un sueño, no lo era porque podía percibir físicamente las cosas, es mas, di un vistazo por la ventana, y era de madrugada y era todo oscuro y algunos autos pasaban.

No podía creer lo que antes estaba creyendo, no podía determinar causalidad alguna, solo sabía en el inconsciente que debía dormir sin saber por qué, y lo hice. Me acosté y al levantarme temprano observé el amanecer desde mi ventana, y pasé el día en la universidad con los trabajos y llegué a casa cansado. Al acostarme quise jugar con mi sueño, así que dormí temprano y al levantarme en el sueño, o al menos creía que era el sueño, ya había amanecido, así que me aliste y fui a la universidad he hice todo lo que había hecho en la realidad con lo que respecta en trabajos, pero al momento de hacerlo no era conciente de haberlo hecho antes; pero de alguna forma lo presentía, presentía que esta labor ya lo había hecho antes, que lo que veía ya lo había visto antes, no sé dónde ni en que lugar, solo lo presentía. Consulté un calendario para saber el día, y correctamente más tarde me daría cuenta que ese día ya había pasado para mi.

Con el transcurso del tiempo el laberinto de este espejo del sueño y la realidad se volvió una especie de pesadilla. Había perdido la noción de dónde estaba, solo actuaba pero en el fondo estaba la duda si lo que hacía tenía sentido en el mundo real. Al final llegué a la conclusión que “el mundo real” como lo llamaba no existía, y solo existe el presente. Nuestros sentidos nos dan la noción de nuestra existencia, y ellos nos dirán si estamos en el momento y en el tiempo, en esa conjunción determinante para el verbo de toda esencia. No importa que mundo es real, nuestros sentidos están hechos o se auto formaron para ver el mundo que estamos viendo, y si alguno desea ver otro mundo, ya sea en los sueños o lejos del mundo tangible debe someterse a la condena de vagar mentalmente sobre los espejos irreales.

Mi gato apareció tiempo después cuando me levanté algo cansado, lo vi y me dio mucha alegría tenerlo nuevamente conmigo. No quise explicarme este fenómeno, quizás del tiempo o el espacio. Tal vez mi subconsciente extrañó tanto a mi gato que creó un sueño para él y para mí, tal vez mi mundo sea este, y aquí he pensado quedarme, en un lugar donde mi gato nunca murió, y un lugar que mis sentidos reconocen sin importarles la realidad o la ficción.

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