“Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.”
Federico García Lorca
Abrió los ojos con dificultad, estaba recostado en el sillón y al parecer se había quedado dormido. Una señora que no conocía se le acercó. -Cómo está mi bebé favorito.
Él se quedó indignado, esa frase le decía sólo su madre cuando estaban solos, pero esta señora quién era para decirlo, además que hacía aquí en su casa, quién le habría dejado entrar. Aural se paró de inmediato -Usted quién es. -Cómo mi bebé, ya no te acuerdas de tu mamita. Aural se detuvo ante ella, y le dijo que estaba loca y quién diablos la dejó entrar a esta casa. –Thori sube a tu cuarto. Gritó la mujer con una autoridad de madre y ofendida -Que te pasa chiquillo insolente. Aural salió de su casa con dudas si llamar a la policía o botar a aquella mujer a la fuerza. ¿Dónde estará mi madre? Pensaba. De repente ella la dejó entrar y salió hacer unas compras. Mejor espero. La tarde ya estaba acabando, y no faltaba mucho para que su padre llegue y ponga las cosas en su lugar, porque él tiene un carácter del diablo y no soportaba pulga alguna, pensaba Aural. Observó sentado en la acera del frente de su casa que un hombre estaba abriendo la puerta con una llave, un ladrón, sería un ladrón, lo último que faltaba. Aural se le acercó antes que termine de abrir la puerta y le preguntó a quién busca. -Que haces afuera Thori, cuantas veces te he dicho que no salgas en las tardes. Aural se quedó parado sorprendido por qué aquel individuo hablaba de igual forma que su padre, recordó lo que le dijo la señora, no tardó en darse cuenta que las voces de ellos eran las voces de sus padres, era todo igual menos su aspecto, olió el perfume de su padre, la misma ropa, los mismos zapatos, que significaba esto. La misma forma tonta e infundamentada de gritar. El señor puso su palma en el hombro de Aural, -Disculpa hijo tu sabes como soy yo, gracias a Dios que tu madre me aconsejo asistir a esas terapias, perdón hijo por alzarte la voz. Era verdad, su padre estaba asistiendo a una terapia de control, es verdad, pero este tipo también estaría loco, que les sucede, dónde están mis padres, pero sin embargo era la primera vez que oía esa voz, esa voz que pertenecía a su padre, que le hablaba de esa manera, además se sentía bien, casi llora al escuchar esa voz tan suave siendo tan tosca. Comenzó a mirar hacía bajo intentando comprender lo que le estaba pasando, qué sucedía.- Vamos hijo, es cierto que de pequeño te decía que los hombres no lloran, pero es mentira, estaba equivocado, y creo que estoy cambiando, vamos es hora del lonche. Aural entró empujado suavemente por el brazo de su supuesto padre. Ya dentro la señora bajó de las escaleras con las manos en el rostro y con lagrimas que se le escapaban de entre los dedos, diciendo -Alberto tu hijo me a gritado me ha dicho unas barbaridades. Era cierto, Aural, le había dicho todo eso y no se arrepentía de ello. Pero le dio una pena inmensa esa señora, aquella señora, sentía como si fuera su madre quien estaba llorando y abrazando a este sujeto quien le había llamado hijo. Su corazón comenzó a latir. Sentía unas ganas de decirle -Ya pasó todo, solo fue un mal entendido, o un mal sueño. Pero la verdad, era que ni siquiera él sabía lo que estaba pasando. -Sube a tu cuarto. gritó Alberto. Aural subió desconcertado e intentando dar una razón a todo esto, mientras iba por las escaleras se percató que el señor estaba consolando a aquella mujer que lo denominó “Mi bebé favorito”.
ni mi casa es ya mi casa.”
Federico García Lorca
Abrió los ojos con dificultad, estaba recostado en el sillón y al parecer se había quedado dormido. Una señora que no conocía se le acercó. -Cómo está mi bebé favorito.
Él se quedó indignado, esa frase le decía sólo su madre cuando estaban solos, pero esta señora quién era para decirlo, además que hacía aquí en su casa, quién le habría dejado entrar. Aural se paró de inmediato -Usted quién es. -Cómo mi bebé, ya no te acuerdas de tu mamita. Aural se detuvo ante ella, y le dijo que estaba loca y quién diablos la dejó entrar a esta casa. –Thori sube a tu cuarto. Gritó la mujer con una autoridad de madre y ofendida -Que te pasa chiquillo insolente. Aural salió de su casa con dudas si llamar a la policía o botar a aquella mujer a la fuerza. ¿Dónde estará mi madre? Pensaba. De repente ella la dejó entrar y salió hacer unas compras. Mejor espero. La tarde ya estaba acabando, y no faltaba mucho para que su padre llegue y ponga las cosas en su lugar, porque él tiene un carácter del diablo y no soportaba pulga alguna, pensaba Aural. Observó sentado en la acera del frente de su casa que un hombre estaba abriendo la puerta con una llave, un ladrón, sería un ladrón, lo último que faltaba. Aural se le acercó antes que termine de abrir la puerta y le preguntó a quién busca. -Que haces afuera Thori, cuantas veces te he dicho que no salgas en las tardes. Aural se quedó parado sorprendido por qué aquel individuo hablaba de igual forma que su padre, recordó lo que le dijo la señora, no tardó en darse cuenta que las voces de ellos eran las voces de sus padres, era todo igual menos su aspecto, olió el perfume de su padre, la misma ropa, los mismos zapatos, que significaba esto. La misma forma tonta e infundamentada de gritar. El señor puso su palma en el hombro de Aural, -Disculpa hijo tu sabes como soy yo, gracias a Dios que tu madre me aconsejo asistir a esas terapias, perdón hijo por alzarte la voz. Era verdad, su padre estaba asistiendo a una terapia de control, es verdad, pero este tipo también estaría loco, que les sucede, dónde están mis padres, pero sin embargo era la primera vez que oía esa voz, esa voz que pertenecía a su padre, que le hablaba de esa manera, además se sentía bien, casi llora al escuchar esa voz tan suave siendo tan tosca. Comenzó a mirar hacía bajo intentando comprender lo que le estaba pasando, qué sucedía.- Vamos hijo, es cierto que de pequeño te decía que los hombres no lloran, pero es mentira, estaba equivocado, y creo que estoy cambiando, vamos es hora del lonche. Aural entró empujado suavemente por el brazo de su supuesto padre. Ya dentro la señora bajó de las escaleras con las manos en el rostro y con lagrimas que se le escapaban de entre los dedos, diciendo -Alberto tu hijo me a gritado me ha dicho unas barbaridades. Era cierto, Aural, le había dicho todo eso y no se arrepentía de ello. Pero le dio una pena inmensa esa señora, aquella señora, sentía como si fuera su madre quien estaba llorando y abrazando a este sujeto quien le había llamado hijo. Su corazón comenzó a latir. Sentía unas ganas de decirle -Ya pasó todo, solo fue un mal entendido, o un mal sueño. Pero la verdad, era que ni siquiera él sabía lo que estaba pasando. -Sube a tu cuarto. gritó Alberto. Aural subió desconcertado e intentando dar una razón a todo esto, mientras iba por las escaleras se percató que el señor estaba consolando a aquella mujer que lo denominó “Mi bebé favorito”.
Ya en su cuarto, todo estaba como él lo había dejado. Echado en su cama intentaba darse la explicación que tanto necesitaba. Buscaba en el aire esa respuesta. Optó por abrir su álbum de fotos. Se vio así mismo cuando tenia ocho años con un disfraz de marinerito, al costado estaba su madre, no, era la mujer que estaba llorando en la sala del primer piso. Aural se asusto aún más., comenzó a buscar otras fotos donde salían su madre y él. Y en todas estaba ella, aquella señora que le dijo bebito, y aquel hombre que lo abrazo como él siempre quiso que lo abrace su padre.
Que había ocurrido, de repente el mundo no cambió sino fue él, era él que veía todo de forma equívoca, pero la imagen que tenía de sus padres era otra, qué había ocurrido, de repente toda su vida percibió mal la realidad, y recién ahora se da cuenta de lo que es real, o quizás fue viceversa. Sacó del cajón de su cama su carné de biblioteca y leyó su nombre de la misma forma que un reo lee su sentencia de muerte: Thori ... , que sucedía, era su foto y donde debe estar su nombre estaba ese, tan extraño para él. Ahora ese sería su nombre y esos serían sus padres, y esa su cama y esa su casa siendo en realidad su casa y su cama y sus padres, y su nombre. Al dormir recordó su vida, cada momento especial y cada foto que se tomó junto con sus amigos y sus padres, y ahora en esas imágenes pasadas de su vida estaban ellos como él los podía ver ahora, su madre y su padre, estaban con él cuando a los seis años se le cayeron sus primeros dientes, cuando en la fiesta de promoción del colegio se encontraba por primera vez mareado, estaban con él celebrando su ingreso a la universidad, estaban con él compartiendo la mesa de navidad y los regalos y un gran pavo que su madre preparaba, y estaban con él mientras lloraba porque su mami se había salvado de morir aquel día cuando él dejó la cocina prendida. Ahora entre sueños ya no quería una explicación, sino quería dormir porque se encontraba cansado, e iba a descansar para que mañana le pida perdón a su madre, y pedirle también que le diga -Cómo está mi bebé favorito.
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