viernes, 21 de mayo de 2010

La Playa

Estaba caminando sin rumbo por la playa de San Agustín ya varias hora, cuando me encontré con un hermoso ser andrógino recostado en la arena. Al verlo me quedé inmóvil, casi hipnotizado por la figura de aquel hombre, mitad humano, mitad pez. Estaba respirando lentamente, y fruncía sus cejas como si estuviese soñando. Yo me quedé aun parado, mirándolo lentamente, revisando con mis ojos cada parte de su extraño cuerpo.

Debo admitir que desde ese momento sentí cierta familiaridad por este extraño ser mitad humano y mitad pez. Al verlo y después de la sorpresa, me sentí con más confianza, así que me acerqué a su costado y lo comencé a mirar profundamente. Era extraño, tenía la belleza delicada de las mujeres y de las rosas rojas, tenía los labios carnosos y rosados, y una hermosa cola de pez que parecía poseer los colores rosados de las tardes. En realidad, este ser era hermoso, sus cabellos eran cortos y con ciertos risos suaves, y su cuerpo parecía delicado a pesar de su contextura varonil.

Mientras lo miraba detenidamente, él abrió los ojos, y estos guardaban un color turquesa inmensamente bellos, en realidad, eran muy bellos, eran profundos. Abrió los ojos y me miró directamente a los míos. Sentí que me hablaba, sentí que el código de su lenguaje era las miradas, y me habló, y entendí todo lo que estaba pasando con su vida, con su gente, con su futuro.
No sé si fue mi imaginación pero en ese corto momento entendí que estaba muriendo, que se alimentaba de flores y que tenía quinientos años y que su gente también estaba muriendo, que ya no crecen flores de las que ellos se alimentan, y que ahora no pueden tener hijos, y que el sol y la tierra estaban cambiando. Mirándonos, una lágrima resbaló de sus ojos y tomo mi mano, sentí que me estaba contando más cosas, y sabía que estaba muriendo, y que había nadado hasta aquí buscando ayuda, y que su gente vive a alrededores de las islas solitarias.

Fue entonces que vinieron unos pescadores con redes y palos, y él ser andrógino sintió miedo, y esos hombres lo capturaron y en su intento de regresar al mar, los pescadores lo mataron a palos. No pude hacer mucho por él, un palo en el rostro me desmayó por unos momentos, y cuando desperté el bello ser estaba muerto dentro de una red gruesa.

Cuando desperté de este sueño extraño, era temprano, así que salí a caminar por la playa de esta ciudad sin nombre, y me sentí un pescador como aquellos quienes mataron a ese ser de mis sueños extraños.

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